En época de poda, actividad que comenzó a ejercer la unidad de poda del departamento de Arbolado Urbano de la Municipalidad local en distintas áreas de la ciudad, un especialista realizó algunas recomendaciones para la preservación de las especies.
“El tema de la poda es muy importante como para que quede en
manos de inexpertos, neófitos e improvisados. Una poda mal hecha puede desequilibrar
el peso de la copa del árbol y provocar su caída en el primer temporal",
reseñó el paisajista Nicolás Antoniucci.
Ese accionar se debe tener en cuenta "a la hora de
evaluar cuáles son las ramas a eliminar, analiza la edad de la planta y su
estado físico, decidiendo si también necesitará hacer una poda de raleo para
aliviarle carga al árbol", explicó.
Cuando el encargado de la poda entra en "contacto con
la especie puede apreciar de cerca si su estado fitosanitario es saludable y,
si no lo fuera, realizar el tratamiento agroquímico pertinente. Hay que estar
muy atentos a la presencia de plagas que puedan propagarse y estropear el
patrimonio forestal".
Asimismo, el paisajista reiteró que "el arbolado no
puede estar en manos de personas inexpertas o con falta de compromiso social ni
tampoco a la buena de Dios. El Estado debe formar un equipo de trabajo idóneo,
de presencia activa en las calles y en la planificación de las nuevas zonas
urbanas que se desarrollan permanentemente alrededor de la gran ciudad".
Antropológicamente el hombre nunca se alejó demasiado del
árbol, ya que utilizó su copa como refugio del sol y del viento, su madera como
combustible y material para sus casas. Entonces, a medida que las ciudades
fueron creciendo, también crecía la necesidad de forestarlas.
"El árbol -consideró Antoniucci- se volvió un elemento que forma parte de la cadena de vida alrededor del hombre. Ya no hablamos del árbol sino de la arboleda. La arboleda en su conjunto comenzó a funcionar como radiador, filtro de aire, amortiguador acústico y factor emocional".
La masa de aire caliente, al pasar por la arboleda, toma la
humedad de sus copas y se mezcla con el aire fresco protegido de los rayos
solares, bajando unos grados el aire en la ciudad. Además, "todos aquellos
que vivimos por debajo de la altura de sus copas estaremos a salvo de los rayos
solares y el aire caliente. Pero para esto es necesario que los árboles formen
un tejido verde, que las copas se toquen y tengan cierta altura y espesor,
razón por la cual no pueden ser especies pequeñas y/o arbustivas", sentenció
el paisajista.
Como en invierno los humanos "sufrimos el frío y
buscamos toda oportunidad para estar al sol, es totalmente imprescindible que
la vegetación mayor de las ciudades sea de follaje caduco".
"La masa de ramas peladas -detalló-servirá como protección
del viento y el sol conseguirá llegar hasta el suelo entre sus ramas. Para que
haya calor tiene que haber frío, para que haya luz tiene que haber oscuridad,
para que haya noche tiene que haber día y para que haya primavera tiene que
haber invierno".
Finalmente, pidió comprender que
"el arbolado es un patrimonio de la ciudad y se lo debe cuidar y defender como tal, para que la calidad de vida de las ciudades aumente. Cuando esto ocurra, ya no estará a cargo de cada vecino la decisión de podar o desfigurar, sacar o poner tal o cual árbol sino que será el Estado el que se encargue de eso y los ciudadanos comprenderemos que el árbol es como una farola o semáforo, que si se les quema un foquito no somos nosotros los responsables de cambiarlo" •
Fuente: La ciudad y la zona. Diario La Capital / Mar del Plata, viernes 3 de mayo de 2013. Pág. 8
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